ROSCOS DE VINO

En mi árbol hay unos adornos deliciosos, recuerdos... eso es lo que me traen estos roscos me trasladan a mi niñez cuando se abría una caja de polvorones, de esos surtidos y yo iba corriendo a ver donde estaban los roscos de vino y los de anís y atacaba eran mis preferidos.

Luego mas tarde a unas placenteras tardes de frío en casa de una vecina de mi madre, Ana se llamaban hija y madre, mientras ellas los preparaban nosotras jugábamos, primero el momento de la masa con su olor, me encantaba y mes sigue gustando, de fet después de amasar con la thermomix cuando lo pasé a la mesa estuve una rato dale que te pego no porque le hiciera falta sino por el placer de sentir esa sensación en tus manos y el olor que sube para arriba, cuando se metían en el horno ahí estábamos Ana y yo, las dos mirando por el cristal, no sé bien porque lo hacíamos, pero nos plantábamos delante y lo mejor, esperaba ese momento cuando salían, ummmmm! que ricos! yo quiero y ahí estaba mi madre explicándome que no era bueno comérselos calientes pero es que a mi me chifla todo salido del horno.

Y así con mis recuerdos me puse a cocinar y aunque me sorprenda, a subir la primera receta de mi mami.

Ingredientes:

500 gr de harina
200 ml de aceite de oliva
150 ml de vino dulce (moscatel)
125 gr de azúcar
35 gr. de sésamo tostado
raspadura de un limón
azúcar glas (para rebozar)

Preparación:

1.- Ponemos en una sartén el aceite y lo freímos (que no se queme)reservamos. Aprovechamos la misma sartén para tostar el sésamo.

2.- Metemos en la th. la harina y poco a poco vamos vertiendo el aceite.

3.- Ahora iremos añadiendo el resto de los ingredientes en este orden sin parar la máquina a velocidad 1, el azúcar, vino, ralladura y sésamo, cuando veamos que está todo integrado lo sacamos a la mesa.

4.- Una vez en la mesa acabamos de amasar, estiramos dejando un grosor de unos dos centímetros. Formaremos círculos yo he utilizado un vaso normal para fuera y el agujero con un tapó de una botella de agua.

5.- Y al horno precalentado a 180º, 25 minutos. Sacamos, pasamos a una rejilla y dejamos enfriar ( si podéis resistir) y luego al gusto o tal cual o rebozados con azúcar glas.

Una copita de vino de acompañamiento y la verdad es que solo falta mi padre delante de la tele para que se los coma y ya si que estoy veinte años atrás. Le llevaré algunos y así el recuerdo será completo.